Cada vez que escucho la lluvia caer en mi ventana
imagino tus labios; tus besos; tu mirada siento las caricias que antes me acobijaban y las sonrisas que a mis recuerdos alegría le daban. Ya no hay escusas ni palabras que te nublen la razón ni que me ausenten en tu mundo. Solo queda una esperanza, solo queda alabanza; solo el aire te acompaña. Quizás en un mañana sean mi mente, mi vida y mi alma quienes te acaricien y te den calma.
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